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La Revolución de Mayo, en las palabras de Mariano Moreno



        Nada se presenta más magnífico a la consideración del hombre filósofo que el espectáculo de un pueblo que elige sin tumultos personas que merecen su confianza y a quienes encarga el cuidado de su gobierno. Buenos Ayres había dado una lección al mundo entero por la madurez y moderación con que en el congreso general se examinaron las grandes cuestiones que iban a decidir su suerte, y el feliz resultado de tan respetable asamblea produjo la augusta ceremonia del juramento solemne con que se estrecharon los vínculos para la religiosa observancia de lo que la pluralidad había sancionado. Dos tardes seguidas apenas bastaron para recibir los votos de los funcionarios públicos e incorporaciones más respetables. El eclesiástico, el regular, el militar, el togado, el empleado, el vecino, todos concurrieron a jurar la firmeza y estabilidad de la nueva obra, porque todos reconocieron su justicia, confesaron su necesidad y vieron el interés común íntimamente unido al particular de sus personas.
Las almas sensibles desfallecían con la novedad de una impresión dulcísima, a que no estaban acostumbrados, un  numeroso cuadro de tropas en quienes la ternura ocupaba el lugar de la ferocidad que las distinguió en los combates, la asistencia de los oficiales de la marina inglesa,  principales individuos de su comercio, el prelado de la iglesia y jefes de todas las corporaciones públicas alternando con los nuevos representantes del pueblo, y dando a éste desde los balcones de las casas consistoriales una prueba nada equivoca de la sinceridad de sus sentimientos; el estruendo de la artillería aumentando por las aclamaciones y vivas de veinte mil espectadores; la salva de los buques ingleses que celebraban una función que sus jefes estaban admirando; el conjunto de mil circunstancias que felizmente se agolpan en los sucesos grandes;  todo producía la ternura, la confianza, las esperanzas más seguras, y elevando las almas de los jóvenes, arrancaba lágrimas a los viejos, para quienes dejó de ser terrible la muerte después de haber visto un día tan glorioso. La fórmula del juramento fue la siguiente: “¿Juráis a Dios nuestro Señor y estos Santos Evangelios reconocer la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Fernando VII, y para guarda de sus augustos derechos obedecer sus órdenes y decretos;  y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo pública y privadamente a su seguridad y respeto?”.
Todos juraron; y todos morirán antes que quebranten la sagrada obligación que se han impuesto.
Mariano Moreno 
(Jura de la Junta Provisoria, publicada en la Gazeta de Buenos Ayres Nº 1, 7 de junio de 1810, el primer número del primer diario argentino).
Aclaración: Si bien la Junta juró a nombre del Rey Fernando VII, Moreno lo hizo por razones tácticas: la emancipación formó parte de su ideario desde los primeros tiempos de la Revolución. 
Este texto pertenece a la publicación de la REVISTA VIVA del Diario Clarín, titulada "Textos de Ayer para la Argentina de Mañana - Cartas, anécdotas y testimonios", Arte Gráfico Editorial Argentino S.A., domingo 26 de mayo del año 2002.
Reproducción del primer número de la Gazeta de Buenos Aires,
del sitio Wikipedia. 
Biografía de Mariano Moreno 
        Mariano Moreno nació el 23 de septiembre de 1778 en Buenos Aires. Pronto se destacó por su inteligencia.
        Marcho a Chuquisaca en noviembre de 1799 para estudiar en la Universidad de esa ciudad. Allí trabó una profunda amistad con el canónigo Terrazas, quien lo introdujo en las ideas libertarias de Montesquieu, Voltaire, Diderot y Jean Jacques Rousseau.
        Apenas llegó a Chuquisaca, descubrió en un comercio el dibujo de una joven en un pequeño camafeo. Era el rostro de una joven nacida en Charcas, María Guadalupe Cuenca, de 14 años, con quien se casó poco tiempo después.
        En 1802, Moreno visita Potosí y quedó profundamente perturbado por el modo en que eran explotados los indígenas en las minas. De regreso a Chuquisaca, escribe su "Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios ", en donde atacaba el núcleo ideológico del dominio español en América. Luego acusó al intendente de Cochabamba y al alcalde de Chayanta de ser cómplices del maltrato. Hastiado de la injusticia, Moreno decide regresar al Rio de la Plata.
        El joven que partió de Buenos Aires para ordenarse en el clero y estudiar teología volverá a su tierra casado, con título de abogado y con su cabeza plagada de ideas nobles, pero que resultaban incómodas para quienes entonces detentaban el poder.
        La capitulación española y la prisión de Fernando VII disparó la revolución de Mayo de 1810. Moreno permaneció en un segundo plano. Sin embargo, su prestigio lo trasciende y es nombrado Secretario de la Junta.
        Si hasta el momento el joven Moreno había defendido sus ideas, lo había hecho en forma moderada y sin signos de pretender alterar el orden virreinal. Nada indicaba que dentro del joven abogado brillante dormía un verdadero revolucionario.
        Desde el mismo día de su asunción Moreno se convierte en un funcionario implacable, que parece tener muy en claro los objetivos y no escatimará ningún medio para lograrlos. Incluso los más extremos.
        El secretario Moreno va por todo. Quiere la independencia de España, pero también un sistema basado en las ideas de la Revolución Francesa. Sin embargo, el presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, es un moderado y se opone a sus ideas radicales. Nace una rivalidad que caracterizará la labor de la Junta.         Aparece en Buenos Aires la Gazeta, un periódico dirigido por el propio Mariano Moreno, que se propone inculcar y orientar a la población con las ideas de la Junta.
        Para el mes de julio, a sólo un mes y medio de la Revolución, las fuerzas porteñas han llegado a Córdoba, han puesto fin a una rebelión liderada por el ex virrey Santiago de Liniers. Pero el coronel Francisco Ortiz de Ocampo, al mando de las tropas patriotas, considera demasiado cruel la pena de muerte que ordena la Junta. Moreno envía entonces a Juan José Castelli a hacer cumplir la orden. Castelli no vacila y ejecuta a los rebeldes el 25 de agosto en el paraje Cabeza de Tigre, cerca de Cruz Alta, en Córdoba.
Diciembre de 1810. La vehemencia y la actitud decidida de Moreno han llevado a la Primera Junta y a la Revolución a un lugar impensado para muchos en apenas siete meses. En Buenos Aires los diputados del interior, invitados por la Junta, esperan que se defina de qué manera se incorporarán al gobierno. Moreno se inclina por la idea que los diputados del interior formen un órgano colegiado. Saavedra se opone. Finalmente prevalece el grupo opuesto a Moreno.
        Derrotado, el secretario Mariano Moreno renuncia. Se conforma entonces con una tarea menor: viajar a Gran Bretaña para obtener apoyos y comprar armas.
        Un mes más tarde, apenas ha alcanzado las costas del sur de Brasil, y Moreno comienza a manifestar síntomas que lo postran en su camarote. El capitán del barco decide suministrarle un vomitivo, pero aplica una dosis muy alta. Mariano Moreno, ideólogo de la Primera Junta, muere el 3 de marzo de 1811. En el mar, frente a las costas brasileñas, se esconde la verdad sobre su prematura y misteriosa muerte.
  Retrato de Fernando VII con uniforme de capitán general, por Vicente López Portaña (c. 1814-1815).
 
Museo del Prado (Madrid).
Imagen de portada: Mariano Moreno - Del sitio Wikipedia
Aspecto de Mariano Moreno, según la concepción deAdolfo Carranza y Pedro Subercaseaux Errázuriz
http://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Moreno
Reproducción del primer número de la Gazeta de Buenos Ayres - Del sitio Wikipedia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Moreno#mediaviewer/Archivo:Gazeta_de_buenos_aires-01.jpg
Imagen del Rey Fernando VII de España - Del sitio Wikipedia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_VII_de_Espa%C3%B1a

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