Mantener la cordura, gracias al humor

   

El pasado sábado 1ero.de febrero se presentó la obra “Locos de Contento” en el Teatro Municipal de Quilmes. A pesar del clima inestable y con lluvias, la sala se llenó para ver a dos grandes actores queridos por un público fiel: Patricia Santi y Jorge Graffigna. Mantenerse cuerdo, a pesar de las crisis de todo tipo, gracias al Humor. Y al amor!

Los tiempos pasan, las crisis se quedan. Así vivimos, al menos en la Argentina. En algún momento de esa historia siempre crítica, Jacobo Langsner, gran autor teatral, escribió “Locos de Contento”, donde se cuenta la historia de una familia que tiene mucho de lo primero, y no tanto de lo segundo. Quizá sigan el camino de todos los argentinos, al menos muchos de la clase media que intentan resistir las caídas económicas, la falta de luz, los hijos rebeldes, los sueños frustrados, la eterna fantasía de “salir del país”, mientras todo, todo se complica. Alguien muy importante vienen a cenar, y hay que dar la mejor imagen.  Al mal tiempo buena cara, y si hay miseria, por favor, que no se note.

Y así transcurre la obra excelente donde Patricia Santi, en el papel de Claudia,  y Jorge Graffigna,  en el rol de su esposo Román, con la dirección estupenda de Alejandro Casagrande, van intentándolo todo para preparar una cena que quizá cambie el rumbo de sus vidas. Y puedan viajar a Francia, o algún otro lugar donde no encuentren a cada paso los eternos problemas argentinos. Langsner retrata como nadie la vida de la clase media argentina, hoy tan vapuleada, pero siempre llena de sueños incumplidos e ideales que se resiste a abandonar, tal como lo muestra la emblemática película “Esperando la Carroza”, que fuera presentada el año pasado como puesta teatral en la Casa de Arte Doña Rosa y donde Santi y Graffigna tuvieron una destacada junto con su compañeros de elenco. Langsner se convierte así, un poco, en la voz de todos, en el espejo adonde nos vemos siempre reflejados.

Una noche a sala llena en el Teatro Municipal 

Y así, la vida cotidiana, donde se mezclan las dificultades sexuales, económicas, de relación, con los obstáculos para salir adelante en un país tan conflictivos, donde falta la luz, donde se corta el agua, donde el portero no devuelve el martillo que le prestaron, donde el escribano se “cuelga” del poste de luz, donde los hijos no hacen caso, donde el infarto está muy cerca y la persona importante siempre está a punto de llegar, va pasando. Y quizá nos volvamos todos un poco locos, mientras seguimos soñando con el país que nos merecemos por todo lo que trabajamos. Y ese país, como el convidado de la cena, tarda en llegar. 

“Viene un Senador de la Nación, hay que causar buena impresión” dicen, y agregan: “Tenemos que dar una imagen tranquila pero realista, como que de alguna manera somos privilegiados”. Y es posible que ésa sea la base de su locura, el decirse privilegiados y sentirse exactamente en el lugar opuesto, ya que dicen que la locura parte de la negación de la realidad. Pero ¿cómo aceptar una realidad tan dura, sin luz, sin agua, sin dinero, si no le ponemos un poquito de humor?

Román, el que “no puede”, se lamenta: “Necesito una cura de sueño que dure hasta el final de mi vida, no me quedan más placeres”. Y amenaza pegarse un tiro “por falta de agua, por  falta de luz, de amor, de plata, de ganas de vivir”. Y en el medio, tanto la luz, como el agua, como el amor, cada vez es más caro. “¡Que algo ande bien! Aunque sea un semáforo” grita por la eterna ventana por donde llama a Luisito, que juega en la vereda, el hijo que no viene, que no quiere subir. El chico imaginará  lo que sucede dos pisos arriba, y sabe que si sube quedará en medio de la Guerra de Medio Oriente. E intuye, tal vez, que esa guerra no terminará y que el día de mañana será él el que esté en ella.

Los actores Patricia Santi y Jorge Graffigna 

       Y tal vez dude de sentirse privilegiado de la misma forma en que Román lo dice con ironía: "¡Somos privilegiados! Tenemos agua mineral para bañarnos y gas para calentarla!". Y el humor se hace oscuro, pero realista, mientras un golpe de tensión te puede arruinar los electrodomésticos o darte un infarto.
        Un capítulo especial para la puesta teatral, con una escenografía excelente en el marco del Teatro Municipal, amplio, luminoso, con buena atención. Es un orgullo que debe estar siempre presente en el corazón de los vecinos de Quilmes, ya que las obras se presentan con entrada libre y gratuita. Así veremos próximamente "Rotos de Amor", que viene con críticas excelentes, y nuevamente "La última alegría", que ya comentamos el año pasado, una comedia excepcional.

El Director Alejandro Casagrande junto con la conductora del ciclo, Adriana Sylvia Narvaja 

       El tiempo pasa, la cena se retrasa, el portero Raúl no colabora y el Senador  que no llega, mientras la tensión va en aumento. Se habrá llevado muchos sueños esa tensión, y sólo el humor ayudará con tantos obstáculos. Y bien vale la reflexión final: "¡Alguien va a tener que pagar por todo lo que pasó, por el pelo, por los langostinos, alguien va a tener que pagar!". 

        Por ahora, pagan los de siempre.

        Que se vuelven locos, porque no quieren dejar de estar contentos.

        A pesar de todo, y con mucha fe y con un poquito de Amor, se vive y se resiste.
     Y el teatro lleno, con lluvia y amenaza de tormenta eléctrica, con un platea que aplaudió de pie  y que disfrutó enormemente de esta obra,  testimonian esa verdad.

El gran actor Jorge Graffigna, al centro, con el fotógrafo quilmeño Italo Nonna, a la izquierda, y la conductora del programa.