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Pinocchia: pasión por el teatro infantil

El pasado domingo terminó en el Teatro Polaridades el ciclo de funciones de teatro infantil donde disfrutarmos de “Pinocchia”, del director Marcelo Pressel. Con Jorgelina Espil como la marioneta de madera, y un elenco completísimo de excelentes actores, nos reímos, disfrutamos, cantamos, saltamos y nos divertimos tanto como los chicos. ¿Cómo que “Algo Especial” ya no es chico? Con este teatro lindísimo, ni nos dimos cuenta!
Recuerdo que un día mi hija mayor me preguntó cuándo era que una persona crecía. Es decir, cuándo se la daba por crecida, o mejor dicho, cuándo se consideraba que había crecido y ya no había vuelta atrás, entendiendo “atrás” la infancia dorada en la que uno no tiene que preocuparse mucho por nada, si mamá está y nos da la leche de la tarde, y dan en la tele los dibujitos animados preferidos.
Tardé un rato en contestar, y al fin salí del paso como pude. Contesté que uno crecía cuando ya no podía chuparse el dedo gordo del pie, que es algo que los bebés hacen (¡y no intente probarlo Ud, amigo lector!).  Me miró y le pareció bien, y ya no volvió a preguntarlo. Tal vez haya probado en varias oportunidades, yo no sé, yo no la ví. Pero fue una marca que establecía una línea: una vez “crecido”, ya no se podía retroceder.
Hoy, sin embargo, pienso que uno crece si quiere y si no quiere, no. Y si hay un día en que quiere ser feliz como un chico, ese día lo da por “no crecido” y punto. Y si encuentra una actividad que le guste, o, como nos pasó a nosotros con “Pinocchia”, una obra de teatro divertida y bien representada, lo marca en el calendario como “día de no crecer”. Y tiene la oportunidad de disfrutar como los chicos, con risas, luces, música y color.
Pinocchia, el gatito Fígaro y Pepe Grillo 
Así nos pasó cuando fuimos al Teatro Polaridades a ver esta obrita hermosa, donde la producción de Pressel y Espil divirtieron a grandes y chicos (o a “chicos” y chicos) con la historia que conocemos, pero en el cuerpo de una mujercita adorable que se transforma en marioneta de madera. La misma marioneta que en la historia original es un varoncito que deja de ir a la escuela para “ser famoso” en el circo de Strómboli, y luego, cuando decide enmendarse, se escapa nuevamente a la isla donde los niños se convierten en burritos. Y logra salvar a su fabricante/padre Gepetto que está atrapado en la enorme panzota de la ballena, y el hada, en el final, lo transforma en niño verdadero, gracias a la buena acción que realizó. Y todos cantan y bailan y son felices, el ahora niño de verdad junto a su “conciencia” Pepe Grillo, el gatito Fígaro y el pececito,  mientras Gepetto toca el acordeón.
La conductora del programa con el gatito Fígaro 
Pues bien, cambie el muñequito por una marioneta hermosa, y repita la querida historia, y verá un grupo de actores que la representan con mucho amor y un director que está en todos los detalles y busca la mejor música  moderna, las mejores luces, y un vestuario completo y colorido, lo que da una obrita visualmente hermosa, dinámica y muy musical. Una obra que llega a los sentidos, y también al corazón.
El zorrito Gedeón, Adriana y Pinocchia 
Veamos primero a los actores: Jorgelina Espil (“Pinocchia”), Mónica Galazzi (“Pepe-La Máscara-Grillo”), Horacio Di Pietro (“Geppetto”), Cynthia Di Pietro (“El Hada Azul”), Melina Jaiquin (“Fígaro, el ratongato”), Eduardo Soto (“El Honrado Juan”), Hilda Boccan (“Gedeón”), y Pepo Maciel (“Strómboli”).  Divertidísima actuación de estos actores, que hemos visto en papeles diversos y siempre dan el tono justo, en medio de una escenografía y buen aprovechamiento de un escenario... que llega a los pasillos, ¡donde bailamos todos!.
Pero detrás del escenario, hay toda una apoyatura que hacen de esta “Pinocchia” una marionetita redonda redonda: Javier Castelo hace las Fotos, Yamila Pacalay el Diseño Gráfico, Silvia Corrales, Horacio Di Pietro, Marcelo Pressel y Jorgelina Espil en la Producción, y éstos dos últimos, a cargo de la Puesta en Escena. Pero todos estos elementos necesitan una dirección, y la tienen en Marcelo Pressel, y es una dirección muy, muy buena.
 El Director Marcelo Pressel, Adriana y Jorgelina Espil 
Y como siempre, el ambiente familiar y cálido del Teatro Polaridades, que junto con la obra de teatro va presentando exposiciones de cuadros, en esta oportunidad, los hermosos  trabajos  de Mónica Prada, con un hermoso león al que fotografiamos porque no pudimos resistir su seducción.
Cuadro de la Exposición de Mónica Prada 
Capítulo aparte nos merece lo que nos divertimos “debajo” del escenario, es decir, con los chicos, que participaron de la obra con todo el corazón. Ya antes de empezar, algunos bailaban sobre el escenario, y no son más altos que esta mesa. Después, conversaban entre ellos esperando la obra, y se reían porque los actores les hacían un “fantasma” con el telón. Pero la gran expectativa vino cuando se apagó la luz, y se escuchaba “¡ya empieza!”, “¡ya va a aparecer el cuco!” y el reto entre ellos: “¡shhhh, cállate!”. Y al grito de "¡Pinocchia!", "¡Pinocchia!" la llamaban con palmas.
Y luego participaron durante toda la obra, aclarándonos a los grandes algunas cosas, por ejemplo, cuando apareció Fígaro (¡hermoso gatito, muy bien actuado!) , y nos avisaron que “¡no es un gato, es alguien pintado!”. ¡Por suerte los peques nos avisaron, con esas voces finitas que nos dan tanta ternura!  También participaron con un fuerte “¡sí!” cuando el Hada Azul preguntó si los chicos querían que Pepe Grillo (¡qué simpático este grillito!) fuera “la conciencia” de Pinocchia, que mucha idea del asunto no tenía, y él le tuvo que explicar.
Pinocchia con Pepe Grillo 
Las corridas de Geppetto también hicieron reír a los chicos, que lo llamaban cuando la señorita de madera se metía en problemas. (¡qué bien lo hace Geppetto!).“¡Qué venga el señor!” pedían los bajitos cuando la marioneta había cobrado vida, y ellos querían que el carpintero la viera. ¡Es que es tan dulce esta Pinocchia! Pero claro, ante las promesas de éxito de El Honrado Juan y el zorro Gedeón (dos tipos audaces, ¡y muy bien representados!), que le hablan de un fácil camino al éxito por medio del teatro, la señorita se deja llevar hacia la fama y las luces de neón, que no harán más que dejarla en una jaula en el circo de Strómboli. Los chicos lo abuchean al grito de “¡malo, malo, malo!”  (¡qué bien está este dueño de circo con su pose de “malo de opereta”!).
El zorro y el lobo atrapan a Pinocchia 
Y cuando Pepe Grillo  busca a su marioneta de la cual él es "la conciencia", los chicos lo ayudan con un “¡allí!”, “¡en el escenario!”, “¡se fue al teatro!”, “se fue con el lobo!”, “¡se fue con El Honrado Juan!”. Claro que tiene que llegar justito antes de que el dueño del circo convierta a la pobrecita Pinocchita en leña para el fuego, lo que transforma a los chicos en verdaderos defensores del bien.
Lo cual está muy bien, pero Pinocchia no deja de mentir y por eso le crece la nariz, y digan que la salva el Hada Azul y escapan ambos, junto con Pepe Grillo, “por un pelito”, justo cuando Strómboli viene con un hacha. ¡Para qué! Los chicos no le quieren contestar adónde fue Pinocchia, y el muy malo jura y rejura que va a agarrar a uno de los chicos y lo va a transformar en marioneta, con lo que la platea se revoluciona.
Y todo volvería a la normalidad si el lobo y el zorro no volvieran a convencer a Pinocchia de ir a la Isla de los Juegos, donde fuma, come chupetines y rompe todo. Por suerte, los chicos se lo avisan a Pepe Grillo, y le dan recomedaciones: “¡se está portando mal!”, “¡está fumando!”, “¡le hace mal!”, y finalmente, el mejor consejo: “¡tenés que buscar al papá!”. ¿Y todo porqué? “¡Se hizo burro!”, gritan. Y algunos van más allá: “¡hay que matarlos!” (¡pobre zorro y lobo, que están de rechupete!).
Los actores saludan al final de la obra 
¿Resultado? Hay que sacar a Geppetto de la ballena con mucho fuego y mucho humo, que es lo que los chicos recomiendan desde la platea, y así lo hace Pinocchia, y todos logran llegar a tierra, cosa que uno de los peques aclara: “¡están en una isla!”. ¡Qué alivio sentimos todos! Pero Pinocchia no despierta, y Fígaro llora. La platea vuelve a la carga: "¡Noooooo!”, “¡Despertate!”. Y orientan al Hada Azul para que vaya “¡allá, a la isla!”. “¡En el escenario!” contestan a la pregunta de dónde está Pinocchia, pero eso sí, le aclaran que “¡ahora es un burro!”. Cosa que le pasa a los chicos cuando no estudian (¡por suerte nosotros tenemos toda la carpeta completa!)
¡Cuánto nerviosismo para nosotros los grandes que no tenemos las ideas tan claras como las de estos chiquis! Afortunadamente, el Hada Azul transforma a Pinocchia en una niña de verdad, y Pepe Grillo recibe su medalla de oro. ¡Qué bueno tener un Hada Azul tan buena y que actúe tan bien!.Todo termina bien, los chicos aplauden y bailan, los grandes también, la música sigue de fondo y hay besos y abrazos para todos.
El Director Marcelo Pressel agradece al público y a su elenco 
Y para “Algo Especial Protagonista del Presente” es otro día marcado en el calendario con un lápiz rojo gordo, que es el “día de no crecer”.
  Que es el día de ser feliz, y dar besos y abrazos a todo el mundo, y que es cuando la vida tiene el sentido de cariño que jamás, en ningún día del calendario, debe perder.
        ¡Y que el teatro nos devuelve siempre!
El elenco con los chicos y las mamás
Fotos: "Algo Especial Protagonista del Presente" de Adriana Sylvia Narvaja.

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