La soledad del Hombre

por Adriana Sylvia Narvaja 
        Los sentimientos de soledad son como virus, como gérmenes del mal. Invisibles, llegan a través del aire, atacan al hombre desprevenido, penetran sus carnes lenta e insidiosamente, y se instalan en el corazón, al que toman como fortaleza. 
        Cuando el hombre toma conciencia de tal hecho, es ya muy tarde, y es imposible entablar una lucha cierta con estos guerreros, porque esta lucha está perdida de antemano. Traicioneros, los sentimientos de soledad defienden a muerte la fortaleza que han erigido como inexpugnable. La batalla es despareja, y la balanza siempre se inclina a favor de estos crueles invasores, porque tienen en sus manos el arma más poderosa, en el terreno más propicio: luchan desde adentro. Derrotado su interior, el hombre se debilita cada vez más, porque el esfuerzo que demanda esta lucha interna lo aparta del mundo, lo aleja de la realidad, y no encuentra ya en ella nada que remedie su pena.
        Siente inútil toda lucha, todo trabajo y cada acto es un latigazo que cae en sus espaldas, y las manos, antes inquietas como pájaros de papel que penden de un hilo, se aquietan, se callan. Su inmovilidad se quiebra como un espejo, sólo para ocultar el rostro del hombre que llora, y luego vuelve a su sitio, y se hacen mármol dentro de los bolsillos. A veces hacen una suelta de suspiros, que el silencio de la noche aprieta contra su pecho como una madre.
        Por el contrario, algunos hipotecaron su existencia comprando misteriosas esperanzas envueltas en papeles de colores, como si aferrarse a las cosas con uñas y dientes, fuera terapia efectiva para estos seres de alma destrozada.
        Otros, en cambio, intentaron vanamente compartir su dolor con alguien que no podía comprenderlos, y así, dos personas atacadas del mismo mal dieron a luz una gigantesca manta de soledad que ahora los ahoga y los sofoca; sólo consiguieron infectarse y volver a infectarse de estos virus, en un proceso infinito.
        He conocido hombres que en su desesperación han tomado rumbos de los que no se regresa, y consiguen acallar los gritos de su corazón, pero solo por un instante, sutil como un rayo de luna. Y sé de otros que optaron por la vía más sencilla: acabaron con sus vidas. Nada se sabe de ellos ahora. Nadie sabe si hallaron la poción que redimiría sus espíritus. O si en esas tierras se habrán librado de la soledad que muerde rabiosa y temible, o si estarán condenados a cargar con el peso de su alma envilecida por toda la desgarrante eternidad. 
La imagen de portada pertenece al artista plástico Escher, y se titula "Banda sin fin".
Biografía de M.C.Escher 
Maurits Cornelis Escher nació el 17 de junio de 1898 en Leenwarden (Países Bajos), hijo de un ingeniero hidráulico. Era un pésimo estudiante que tuvo que repetir curso dos veces. Para él la escuela era una pesadilla, excepto las clases de dibujo. Como tantos otros grandes artistas, era zurdo. Su profesor F.W. van der Haagen le enseñó la técnica de los grabados en linóleo y fue una gran influencia para el joven Escher.
A lo largo de su carrera realizó más de 400 litografías y grabados en madera, y también unos 2.000 dibujos y borradores. De muchos existen decenas de reproducciones, cientos e incluso miles de otros. Al final de su carrera destruyó algunas de las planchas para que no se realizaran más reproducciones de originales. También existen estudios y borradores de muchas de sus obras, en ocasiones también varias versiones de algunas de ellas. Muchas de su obras se vendieron masivamente poco después de su muerte y están esparcidas por el mundo. Un grupo importante está expuesto de forma permanente en el Museo Escher en La Haya, Holanda.
Falleció el 27 de marzo de 1972.
Fuente: Del sitio Microsiervos ED Digital - Microbiografía de M.C.Escher
http://www.microsiervos.com/archivo/arte-y-diseno/biografia-mc-escher.html

¡Compártelo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario