Poema para todos

por Adriana Sylvia Narvaja 
Allí donde las distancias se acortan,
donde alguien ofrece su ayuda,
donde alguien te sonríe y te comprende
¿ves? allí, ése es tu lugar.
Pero antes de emprender ese largo viaje,
Escúchame: serás tú el que comience,
tuya será la primera sonrisa regalada,
de ti, de quien parta la ayuda más buscada.
Oye: rompe el hielo,
arde, vivo, en el fuego de esta vida que te llama.

Y derribando por fin los viejos muros
del cristal que de todos te separa,
anda, sé tú el que acorte las distancias. 
Cuando tus pies acaricien la tierra húmeda
y sientas que el sol te quema en las venas
emprenderás el camino,
seguro hacia tu meta.

Y te verás rodeado
de gente que intenta
descubrir el fraude,
acechar la ofensa. 

Deberás entonces
darles tus ofrendas:
a algunos caricias,
a otros estrellas.

Las manos al fin estarán vacías,
pero por dentro, tu cántaro
rebalsará de flores encendidas.

Hasta que llegue el momento en que descubras
que aquel lugar prometido era el camino…
Y cansados los pies,
las mejillas rojas,
te tenderás en la tierra húmeda,
aquella, ¿recuerdas?

Los ojos al cielo,
la brisa que pasa,
el sol que te ciega,
las sienes que tiemblan…

Y mil bandadas de pájaros escaparán de tus manos,
y milenarias melodías conocerá tu boca,
y en ese minuto eterno, último,
estallarás en un universo de colores
que era lo que siempre, sin saberlo, habías sido.

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