La poesía que nos refleja en el espejo cotidiano

        Jorge David Alonso Curiel, nuestro poeta amigo de Valladolid, camina. Camina por su libro “Reflejos en el cristal cotidiano”, nunca mejor puesto este título para tan hermoso libro. Y decimos “camina” porque se va moviendo, mientras respira, mientras siente, mientras vive.
        Ya habíamos tenido la oportunidad de leer “Saber Moverse”, que comentamos en nota anterior. Pero ahora nos llega a las manos este librito blanco, suave y liviano como una paloma, con su hermosa tapa tan bien diseñada por la Editorial Playa de Ákaba, de España, con una foto que representa exactamente al libro que precede. Una foto donde no todo se ve, algunas sensaciones se sugieren. Como en los poemas que lo conforman. Alguien está sentado pensando, mirando, respirando, viviendo. Hay imágenes que lo acompañan, pero él no las mira, quizá porque ya las conoce. Él mira más allá. Como en los poemas.
        Y mira más allá, porque se mueve en su mundo, pero lo piensa, reflexiona sobre él. Sin dejar un solo momento de vivirlo, de respirarlo, de sentirse a sí mismo y de ver lo que lo rodea. En esa ola de sentimientos, él le da sentido a lo vivido gracias al poema. Lo que él siente, nos lo muestra, lo pone a disposición de todos, en el más profundo sentido de la palabra “comunicar”, que es “hacer común”. Nos hace partícipes, y nos invita, a su vida, a su respiración, a su sentimiento, a sus afectos. Incluso a lo que no quiere, o a lo que no acepta. Que al fin, la moneda tiene dos caras y no una sola. Así lo expresa él.
        Sigue moviéndose por la ciudad, y encuentra gente. Lleva libros. Tiene recuerdos. Y sigue a pie juntillas la Sagrada Locura que es leer, que es la locura que compartimos tantos. ¡Y que no nos curen nunca! Porque para resistir un mundo como éste, lleno de cambios, de amores perdidos, de objetivos que no siempre se cumplen, de sentimientos que tenemos dentro y que nadie parece compartir, la poesía nos devuelve el sentido, porque nos muestra que lo que sentimos lo sentimos todos. Él vive lo que vivimos todos. La única diferencia es que lo cuenta, y lo cuenta de maravillas.
        Con un lenguaje claro que nos llega al corazón, Curiel sigue adelante. Se plantea qué hubiera pasado si no se hubiera dedicado a la Literatura, si otros no se hubiesen dedicado también a la poesía para compartirla con él: “La vida no deja de ser un cajón de sastre/ en el que se desató una tormenta inacabable”. Más preciso imposible, decir tanto en dos versos tan contundentes,
        Pero… ¿qué nos une a él, que nos conecta con sus poemas? Justamente, eso. Que él no está a salvo de nada, ni del frío, ni de la lluvia, ni de lo mediocre, ni de los libros que se caen, ni de las verdades que los libros que leemos, ni de los buenos o malos días. Ni de la melancolía. Él está con nosotros, entre nosotros. No escribe desde una torre, él pone en palabras su respiración, y  nosotros, que también respiramos, lo acompañamos.
        Habrá tardes de verano en el patio del pueblo, habrá días maravillosos de compartir con el ser amado. Habrá lluvias y habrá otoños. Y habrá pensamientos, muchos. Y habrá miedos. Miedo a la violencia. Soledades. Miedo a la soledad. Y con todo esto, bien contado, habrá una decisión indeclinable: la de seguir escribiendo.
        Lo bien que hace.
        Nosotros necesitamos de su voz, que nos hace volver también a nosotros mismos. Que nos abre los ojos para que veamos, también nosotros, lo que está a nuestro alrededor.
        Para que no nos perdamos la vida.
        Y que el poema nos guíe a mirar más allá.
La portada pertenece al libro “Reflejos en el cristal cotidiano” de Jorge David Alonso Curiel, de Editorial Playa de Ákaba, de España
http://playadeakaba.com

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2 comentarios:

  1. Qué buena reseña, he leído el libro y me parece que lo has comentado maravillosamente bien!
    Un saludo

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    1. Muchas gracias, Charo, agradecida por tu comentario. Te esperamos siempre por aquí! Adriana Sylvia Narvaja.

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