Cuando hay que saber moverse junto con la Vida, que nunca se detiene

“El hastío ha dejado de ser mi amor. Las cóleras, los libertinajes, la locura
-cuyos impulsos y desastres conozco-, 
todo mi fardo está en el suelo. Apreciemos sin vértigo la extensión de mi inocencia.
En cuanto a la felicidad establecida, doméstica o no…
no, no puedo. Estoy demasiado disperso, demasiado débil.
La vida florece por el trabajo, vieja verdad:
en cuanto a mí, mi vida no es suficientemente pesada,
vuela y flota lejos por encima de la acción, 
ese caro lugar del mundo. 
¡Farsa continua!
Mi inocencia me da ganas de llorar.
La vida es la farsa en la que todos figuramos”. 
Arthur Rimbaud
“Una Temporada en el Infierno”
        Sutiles hilos reúnen la obra del escritor Jorge David Alonso Curiel, el escritor de Valladolid, España, gran escritor. Sutiles nombres que se repiten, momentos que vuelven una y otra vez en esta obra gallarda, “Saber moverse”. Los hilos van reuniendo los relatos, buscan denominadores comunes como el afecto, la familia, la pareja que se encuentra o se extravía, los hijos que llegan o no, amigos que se pierden. Momentos. Y mientras los relatos no dejan de moverse, las piezas se van armando como un rompecabezas. Atención, no encontrarán una sola palabra demás. En este caleidoscopio, no hay tiempo que perder.
        Y por eso decimos “gallarda”, porque “gallardía” significa valor, esfuerzo, ánimo. Hay que saber moverse con gallardía, en una vida que a veces viene como viento a favor. Pero no siempre. De todos modos, seguiremos moviéndonos en ella, porque se eso se trata: de saber moverse. Aunque los vientos sean contrarios, y vivamos repetidos desencuentros.
        Así, no sólo los nombres se repiten. Se repiten las situaciones. La vida va llevándose, rápidamente, las historias, las va empujando con brío. Vuelven las parejas una y otra vez, parejas no tan parejas (lo intentan, juramos que intentan serlo) que se pierden, que se engañan. Personajes que viven una farsa mientras engañan, pero sin demasiado disimulo. Y sin arrepentimiento. Pero viven, se devoran la vida. Algunos parecen chocar contra los márgenes, no se detienen, incluso terminan en suicidio o en su intento (esta situación también se repite). Pero que no le quitan valor a la vida, no le quitan sentido ni significado.
El autor Jorge David Alonso Curiel
        Una y otra vez, Curiel, con ese tono tan español que hace que lo escuchemos mientras lo leemos (así de viva es su escritura), lo pone todo tan claro que todo brilla por su transparencia: “así es la vida”, dice uno de sus personajes. Así de claro pone las cosas Curiel. Así de clara es esta realidad, la realidad de hoy, la de los personajes (personas) que habitan y se mueven en este siglo. Fin del siglo anterior, principios del siglo veintiuno. Todo va muy rápido, y todo debe ser claro. Porque si no es claro, no será. Así de clara es su escritura y su pensamiento: enfrentamos su realidad, con sus claros y sus oscuros, con sus finales a veces tristes, otras veces esperanzadores, o nos deberíamos retirar de la Vida, por estar alejados de ella.
        Curiel, en cambio, no se retira, pone el cuerpo.  Marcha con su vida y con la nuestra, con sus historias que nos representan y que nos cuentan vidas en que hombres y mujeres buscan amor, buscan felicidad…y en algunos momentos esta felicidad se hace presente. Pero atención, así como la arena se escurre de entre los dedos, esa felicidad se escurrirá también. Nada está quieto en el Universo, la Vida tampoco. Disfrutarás ahora –parece ser el mandamiento- o lo lamentarás mañana, cuando todo haya pasado como el fuego que arde en la tapa del libro. El fuego de la vida que mueve a los personajes desde dentro, desde sus entrañas, desde su corazón, pero que abrasa. Sí, es cierto, quieren vivir, y están dispuestos a ello. Y en ello, como a todos, les va la Vida.
        Coherente, directo, sin concesiones, Curiel pone todas las cartas sobre la mesa ya desde el primer relato. No habrá silencios, ni medias tintas. No habrá remilgos: todo se dirá tal y como se debe decir. Y enfrentados nosotros, los lectores, con estas realidades, que se van dando en una acción permanente, que no nos deja,  nos damos cuenta de la increíble situación que el autor maneja con destreza: que mientras accionan, los personajes reflexionan. No se sientan a pensar. Hacen y meditan mientras hacen. Y deciden vivir, o bien, deciden bajarse en la próxima parada. Es como una gran jugada de cartas: según cual te toque, jugarás, y más vale que lo hagas decentemente. Cuando la partida termine, tu oportunidad de amar y de vivir habrá terminado. Comienza a correr el reloj.
        Felicitamos al autor por estos relatos brillantes, donde se muestra mucho conocimiento del alma humana, y especialmente del alma de la mujer, algunas fieles, sufrientes, otras descaradas. Todas necesitadas de amor y de comprensión. Hombres llevados por sus sentimientos, hombres tan fuertes pero que el amor hace sensibles y vulnerables; seres a los que el amor enriquece primero, destruye después.
        Es la Vida. Y como dice el famoso refrán, nadie sale vivo de ella. Tienen sus devenires.
        Curiel  los describe y el lector los disfruta, sabiendo que también a él, al autor y al lector, las vidas les va en juego.
        Habrá que saber moverse.
Escultura de Nyoman Nuarta de Indonesia, Bali
La escultura de Nyoman Nuarta pertenece al muro de Andrea Fontana en facebook:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1818257505074911&set=a.1451004511800214.1073741855.100006720366485&type=3&theater 

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4 comentarios:

  1. Felicitaciones, Jorge. Espero que tu obra te brinde todo lo que esperas de ella y mucho más.
    Éxitos

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    1. Muchas gracias señora Teresa, muy amable por comentar! Adriana.

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  2. Felicidades a la autora de esta reseña porque logra crear casi un poema con esta nota. Y felicidades también al autor del libro "Saber moverse".

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