El odio, la culpa, el dolor

por Silvina Bullrich 
“Perdón, me salí de tema. Pero quizá usted ahora comprenda cómo un hombre tan acosado por complejos de culpabilidad siente cuando es culpable de veras. No, ya sé que no maté a Isabel, pero si la culpa de estar vivo me persiguió como a todo hombre sensible después de cada muerte, imagínese usted cómo me perseguirá ahora ante la desaparición de una mujer a quien quise y sin embargo abandoné.
Mire usted, vez pasada vi una obra de teatro sacada de un documento vivo; se trataba del diario de una niña judía, muerta en un campo de concentración después de haber vivido dos años, oculta como una rata, con su familia.
Ante ese espectáculo yo no sentía solamente el dolor y el miedo de esa familia Frank, yo sentí algo mucho más horrible: me sentía a la vez víctima y victimario; yo era la niña judía torturada, pero yo era también el soldado brutal que la cercaba, que la ultimaba. Ningún horror se comete en el mundo del que no seamos responsables; toda carne herida es nuestra carne herida, toda mano que hiera es nuestra mano que hiere.
Yo tengo la desdicha de ser siempre el que está en la hoguera y el que enciende los leños, todas las culpas son siempre mías, de ahí mi imposibilidad de odiar ni de vengarme”.

Silvina Bullrich
“Mientras los demás viven”
Editorial Sudamericana
Primera edición: junio de 1958
Imagen de Mohamed Rafi para Arteide.

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