Roberto Arlt y el caos metafísico que llegó con la modernidad


El pasado 16 de agosto se cumplió el ciclo de “El Mundo de Roberto Arlt” de este mes , con el nuevo escenario bifrontal que Casa de Arte Doña Rosa estrenó hace pocas semanas. Con una visión “arltiana” del mundo moderno, con mucho de tango de Discépolo y todo de poesía, los personajes se debaten entre la incorporación a los valores de este “mundo moderno” y sus propias vivencias, sueños y carencias. ¿Lo lograrán? Será cuestión de volver a verla el 11 de octubre, cuando se repetirá a las 21 horas, también en Colón 279, de Quilmes, . Una obra que nos hace reflexionar sobre la condición humana, que para Arlt fue su vida misma. 
  Todavía resuenan en nuestra mente las palabras de nuestros abuelos recordándonos la crisis de 1930. La angustia, el desaliento, la desocupación. Mucho le costó a nuestro país levantarse de semejante cimbronazo económico, cuando las grandes potencias, afectadas gravemente por esta crisis, la “exportaron” a los países pobres y como se dice en la calle, se las ingeniaron para  “salvar la ropa”. Por aquel entonces la Argentina se vio sumida en una profunda crisis, más grave que cualquiera porque no sólo fue una debacle económica, sino que le costó el valor más preciado que con tanta dificultad y luchas había logrado conseguir: la institucionalidad. El golpe de Estado del General Justo dio por tierra no sólo a la Democracia, sino produjo una pérdida de valores morales que muy pronto se verían reflejadas en la ajetreada vida social de nuestro país.
En ese contexto tan difícil trabajó el escritor Roberto Arlt, como periodista y escritor. Con muchos errores de ortografía que le valían la burla de sus colegas y la reconvención de sus Jefes de Redacción, se abrió paso en el mundo del periodismo gráfico con sus “Aguafuertes Porteñas”, donde esta realidad, llena de contradicciones, carencias y dolores, quedó plasmada para siempre. Hijo de inmigrantes, él también quiso abrirse camino en un país como éste, y lo logró, gracias a un lenguaje que nunca dejó de representar a “la calle”, junto con sus poderosas descripciones y sin dejar de lado la poesía que fue el pincel con el que pintó esas “Aguafuertes…” para siempre.
Y este espíritu es el que representa “El Mundo de Roberto Arlt” que se presentó en agosto en Casa de Arte Doña Rosa, y volverá el 11 de octubre próximo, siempre a las 21 horas. Un mundo oficinesco, donde las mujeres ingresan a trabajar después de tantos cientos y cientos de años de haberlo deseado. Pero las ilusiones siempre dan paso a las realidades, y las cuatro mujeres se ven confinadas, primero, a un sótano donde sólo las ilumina la luz eléctrica, y luego, a un décimo piso donde la auténtica tortura es ver cómo, por fuera de la ventana, la vida pasa sin ellas.
Tanto han necesitado ese puesto por el que  han suspirado, y ese puesto es hoy el que no le permite vivir ni tomar contacto con la realidad que se ve por la ventana que da al río. Afuera, los barcos entran y salen, y sus potentes sirenas serán como el canto de las otras, de las sirenas que nadan libremente pero a las que ellas no pueden seguir. Y es más, “es por culpa de los buques” que ellas se equivocan -dicen- , ya que son “perjudiciales para la contabilidad”.  Y  ven por la ventana a esos buques que se van a “otras tierras, que nunca vamos a visitar”. Y una gran melancolía   produce ese puerto tan cercano y tan lejano a la vez…
Y así, entre las conversaciones banales de oficina que nadie escucha, entre papeles que jamás terminan de sellarse y biblioratos que atrapan los dedos y nunca cierran correctamente, ellas sueñan con un futuro mejor, con una vida mejor. Atienden el teléfono, escriben a máquina y también archivan y sellan. Hasta que llega Cipriano con regalos de sus supuestos viajes, de sus pretendidos momentos vividos en total libertad, que podrían ser verdad, o quizá sean mentira. Nadie lo sabe, pero a nadie le importa, porque todo es cuestión de soñar, porque soñar nos ayuda a vivir como si estuviéramos fuera de ese edificio, fuera de ese sótano, fuera de esa oficina donde nos atormentan las sirenas de los barcos en los que sube y baja gente, pero los oficinistas ni suben ni bajan ni viven. Sólo sellan y archivan.
        Pero el Jefe nos exige todo, y nos marca error en todos los trabajos, y tal vez, ese trabajo tan deseado se convierta en una de las formas de la pesadilla. El Jefe que nos arroja los papeles en la cara, que los tira al suelo, que denigra todos los trabajos. Y finalmente, con amenazas de echarnos, se va. Y cunde la angustia y el pánico, hasta que llega él, Cipriano.
  “Cuando hay un deseo, se desea. Siempre se desea. Si no deseamos, si no soñamos, ¿qué tenemos? ¿Con qué nos quedamos?” se preguntan. “La vida es otra. El alma es un deseo que se agita dentro de 60 kilos de carne. ¿Pero cómo? ¿Por qué la felicidad humana ocupa tan poco espacio?” se sigue preguntando, mientras las oficinistas piensan que éstos “parecen ser tiempos de tribulación, las personas están muy tristes”. Y concluyen:  Es por la miseria, también se han perdido los valores”. Tal vez todos estén tristes porque “lo único que buscan es verse en la mirada del otro”. Y no se encuentran, y no se ven. O no se quieren ver.
Entonces sí, con Cipriano llega la alegría, el baile, la libertad. Llega  y todo es posible, la vida se vuelve una realidad. Nos habla de islas donde los habitantes andan desnudos, y bailan, y no hay fracaso porque no hay un mundo ahora "moderno" que nos exige triunfar mientras nos lo impide de todas las maneras posibles. Como nos impide triunfar por medio de  una crisis, por ejemplo, que es la síntesis del fracaso de un pueblo, que se ve obligado a juntar los pedazos y a arremangarse como siempre, como desde el principio de los tiempos, cuando los ricos juegan a la ruleta y los pobres juntan los platos rotos.
        Arlt esto lo supo siempre, y por eso reflejó en sus historias la vida de los marginales, de los ladrones, de las prostitutas y de los seres alienados por la pobreza, que no son más que los grandes fracasados de esta historia. Él lo vio con sus propios ojos, ya que su primer trabajo periodístico fue cubrir el fusilamiento del anarquista Severino Di Giovanni  en la vieja prisión de la calle Las Heras, en Buenos Aires, allá por el año 1931. 
Considerado por la sociedad burguesa "el hombre más maligno que pisó tierra argentina" fue fusilado como simple delincuente por la dictadura militar de Uriburu el 1 de febrero de 1931. Tenía 29 años. Arlt cubrió este suceso como cronista en el Diario Crítica. 
        Tal vez ese choque con la realidad, y sus fracasos propios (recordemos que no tuvo éxito con aquellos inventos que intentó una y otra vez ) dieron por resultado esta literatura, como el “caldo primigenio” que recibe la descarga eléctrica que produce vida. Quizá. Quizá había algo en su alma que él ya traía, algo de lucha, algo de dolor, algo de empaparse de la realidad. Algo que le hizo escribir sobre la realidad presente, siempre con visión de futuro: “ganaremos el futuro por prepotencia de trabajo”, escribió.
        Pero mientras tanto andamos por la realidad presente.  La  que hace que en la obra llegue también la crisis a la oficina, y no diremos cómo termina. Habrá que verla. Con la Dirección de Antonella De Laurentiis, el elenco se despliega con Estela Conde (“Roberta”), Elvira Gruber (“Nora”), Marta Moras (“Inés”), Daniel Quinteros (“Cipriano” y “El Jefe”) y Gloria Sacco (“María”) mientas que el Maquillaje está a cargo de Anabel Vartanian. Y hay que felicitar especialmente el diseño del volante, ya que reproduce la tapa del Diario El Mundo donde Arlt trabajaba, donde hay referencias a los tangos de la época, cuyas letras lo dicen todo: “¿Pero no ves, gilito embanderado / que la razón la tiene el de más guita? // que la honradez la venden al contado /y a la moral la dan por moneditas? / ¿Qué no hay ninguna verdad que se resista / frente a dos mangos moneda nacional…? (¿Qué Vachaché? del genial Armando Discépolo). 
        Y con este espíritu volverá “El Mundo de Arlt” a la escena, para mostrar cómo somos todos, cómo es este mundo moderno. Y  la mano de Arlt estará allí, mientras suena de fondo “Peggy, Mary, Betty, Julie, rubias de New York”,y  las “pintadas boquitas” de las empleadas repiten  y repiten viejos dogmas, viejos prejuicios y viejas frustraciones de un mundo que se cae, y que dio paso a otro, el del verdadero siglo XX, con sus cambios y sus demonios sueltos que aún no se han podido sujetar: desocupación, desprecio de los valores, matanzas masivas, bombas nucleares, contaminación, guerra, campos de concentración, tráfico de drogas.
        Y luego trajo novedades como los viajes espaciales, concubinatos, divorcios, matrimonios igualitarios, anticoncepción, renovación tecnológica y para terminar a toda  orquesta, la computación y las redes sociales. Un abanico de bienes y males que aún nos asombra, y que daríamos cualquier cosa para que una pluma, una sola pluma como la de Roberto Arlt, estuviera aquí para contarlas. 
        Por ahora, y hasta que él vuelva, la cuenta el teatro.
        En buena hora.
Biografía del escritor Roberto Arlt 
Roberto Arlt se esforzó por crear confusión respecto a la fecha original de su nacimiento encontrándose así en distintas biografías las fechas 2 ó 7 de abril de 1900. En su partida de bautismo y en la de nacimiento expedida por el Registro Civil consta como fecha de nacimiento el 26 de abril de 1900.
Hijo del prusiano Karl Arlt y de la nacida en Austria Hungría Ekatherine Iostraibitzer, un par de inmigrantes pobres recién llegados al país, su infancia transcurrió en el barrio porteño de Flores. En el ambiente familiar se hablaba alemán, tuvo dos hermanas que murieron de tuberculosis (una a temprana edad y la otra Lila en 19363 ). La relación con su padre estuvo signada por un trato severo y poco permisivo o directamente sádico. Roberto Arlt siempre recordó que, cuando él era niño, su padre ante cualquier supuesta "falta" le decía: «mañana cuando amanezca te voy a azotar», y Roberto Arlt no podía dormir en casi toda la noche ya que se fijaba en el reloj de su cuarto esperando los golpes que a la madrugada le propinaría el padre. La memoria de su padre aparecerá en futuros escritos. Fue expulsado de la escuela a la edad de ocho años y se volvió autodidacta. Trabajó en un periódico local, fue ayudante en una biblioteca, pintor, mecánico, soldador, trabajador portuario y manejó una fábrica de ladrillos. En 1926 escribe su primera novela "El juguete rabioso", a la cual le iba a poner inicialmente como título "La vida puerca", pero en esa época Arlt era secretario y luego amigo de Ricardo Güiraldes quien le sugirió que el nombre original "La vida puerca" sería demasiado tosco para los lectores de ese tiempo. También trabajó de periodista para el diario El Mundo donde editaría sus famosas "Aguafuertes". Murió de un ataque cardíaco en Buenos Aires, el 26 de julio de 1942.
Fotos: "Algo Especial Protagonista del Presente" de Adriana Sylvia Narvaja.
Foto del inicio - Roberto Arlt por el artista plástico argentino Ricardo Carpani.
http://revistaarchivosdelsur.blogspot.com.ar/2013/04/roberto-arlt-aniversario-de-su.html
Fuente de la biografía de Roberto Arlt - y foto del escritor en un balcón en Buenos Aires - Wikipedia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Arlt
Foto de la portada del libro "Aguafuertes Porteñas" de Editorial Corregidor.
http://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-471663003-roberto-arlt-aguafuertes-portenas-_JM
Foto de Roberto Arlt - Del sitio Biografías y Vidas.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/arlt.htm
Foto de Severino Di Giovanni - Del Sitio El Ortiba.
http://www.elortiba.org/severino.html

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