Cuentos para niños

 La  risa que se perdió  
         Yo no sé si ustedes me van a creer, pero que pasó, pasó. 
Habíamos perdido la carta de la risa. 
¿Qué qué es la carta de la risa
Bueno, resulta que mi mamá, para entretenernos los días de lluvia, se sentó un día con tijeras, plasticola, cartoncitos y un montón de revistas de colores y cortó un montón de fotos preciosas: propagandas, artistas de cine, perritos, jugadores de fútbol, y todo así. 
       Después las pegó sobre los cartoncitos y así fabricó un montón de cuadraditos con figuras que nosotros llamamos cartas, por ponerle nombre, nomás. 
Cuando llovía mucho o hacía frío, o si alguno de nosotros estaba en cama con fiebre, ella nos sentaba alrededor de su silla y ponía las cartas al revés. Luego nos preguntaba: “¿cuál va a salir ahora?” y nosotros tratábamos de adivinar. 
-¡La del plato de sopa! - decía yo. 
-¡La del perrito lanudo! – decía mi hermano menor. 
-¡La de las zapatillas de tenis! – decía el mayor, que sabe más cosas que nosotros. 
Cuando salía la del perrito lanudo, que era de una propaganda de mantecol, alguno de nosotros decía “¡guau guau!” y lo imitaba, y todos nos matábamos de risa. 
Cuando salía la del auto ése, todo brillante, nuevito, nuevito, otro hacía “¡brummm brummm!” y comenzaba a dar vueltas por toda la casa haciendo que manejaba. 
Cuando venía mi vecinita la de la esquina, mi mamá agregaba la carta del desenredante de pelo, y Pelusa (que así le dicen) se hacía la interesante y movía la cabeza como si el pelo le llegaba a los pies. 
Pero la que más nos gustaba era la carta de la risa, una en la que había un chico que se reía muy feliz, y que a nosotros nos encantaba. Cuando la veíamos, nosotros nos reíamos también, a carcajada limpia. No sé, nos causaba gracia. Mi mamá nos veía reír y sonreía también, y yo sentía que la adoraba. 
         Pero un día la carta de la risa se perdió, y no reímos más.
Durante muchos meses, les juro, no supimos lo que era reír. 
¡Mirá que la buscamos!
Dimos vuelta la casa entera, y nada, no aparecía. Le preguntamos a papi y él dijo que no la había visto. Le dijimos a la “Abue” y dijo que no, que ella sin anteojos no veía, que la busquemos debajo de la cama. 
Fuimos por la cuadra, por si se nos había caído al ir a comprar el pan, nada. Nadie la había visto, ni el zapatero, ni el carnicero, ni el vigilante de la esquina. 
Nosotros ni mu, ni una risita se nos escapaba. 
Tanto fue así que la maestra, preocupada porque no nos reíamos en los recreos, habló seriamente con mami y le dijo que esto así no podía continuar, que aunque sea nos riamos un poquito en clase. 
Nada. 
Ante la gravedad de las circunstancias, la maestra nos recomendó un doctor barbudo con anteojos gordos y un delantal blanco que nos revisó de pies a cabeza, nos estudió los reflejos de las rodillas y, cuando ya no se le ocurría ninguna otra solución, tomó una pluma de los almohadones de la sala de espera del consultorio y nos hizo cosquillas, a ver si funcionaba. 
Nada.
Pero nada de nada. 
Con el correr de los días, el barrio también dejó de reír. “¡Epidemia!” gritó un vecino asustado. Ni el carnicero, ni el zapatero, ni la panadera, ni nadie se reía. 
Cuando ya estábamos perdidos, cuando ya creíamos que la carta de la risa no aparecía más, la encontramos. A esa altura habíamos llamado a los bomberos cerca de veinte veces, a ver si con el agua de las mangueras la gente pensaba que era Carnaval y se reía un poquito. Mami había propuesto dibujar una parecida, a ver si daba resultado.
Pero no hizo falta, apareció. 
Estaba en el fondo de la caja de los chiches, medio mordida y un poquito arrugada. Mi hermano el más chiquito la había llevado hasta allá, ¡ahora que gatea!. Y con esa manía de meterse todo en la boca, ¡le dejó todos los bordes chupados!.
Pero igual, ¡qué alivio!
Rápidamente, la noticia corrió por todo el barrio y primero tímidamente, luego con toda la fuerza, la gente volvió a reír.
Con todas las ganas. 
A carcajada limpia. 
Por eso, por si acaso, ahora las cartas las ponemos encima del aparador, bien altas. 
¡A ver si todavía se pierde la carta de los cumpleaños, la de los juguetes y la de las golosinas!
FIN
Dibujos de APAK 

¡Compártelo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario