Psicotrónica: Nuestro Cosmos Interior



Desde tiempos inmemoriales, ha sido reconocida cierta jerarquía de valores sobre lo que es esencial en la vida humana, y las civilizaciones conscientes jamás los han trastocado o revertido. Algunos de estos valores han sido siempre considerados como una meta e ideal a ser alcanzado por la humanidad. Otros, igualmente, son considerados como medios y auxilios para llegar a tal meta. Y más aún, otras cosas han sido tomadas como una diversión  y mucho fue considerado inclusive como superfluo.

Actualmente parecería que esos valores han sido confundidos. Medios y auxilios se han convertido en la meta misma, y sumas realmente fantásticas son gastadas en lo que es obviamente superfluo. La posición de una persona no es definida a partir de la riqueza de su vida interior, sino por su habilidad para deslumbrar a los demás con su riqueza y su pompa, lo cual finalmente no vuelve a esa persona ni a los otros mejores o más felices.

Esta desvalorización de los valores humanos, particularmente en los países más civilizados, resulta asustante. ¿Cuál es el criterio que debería tomarse en cuenta? ¿Cuántas toneladas de acero son producidas per cápita? ¿Quién es capaz de viajar más lejos en el espacio? ¿Cuáles son las armas más eficaces?

Estos, y otros disparates parecidos, son propagados continuamente, y las personas que han aceptado estos indicadores como criterio principal están lamentablemente orgullosas de ellos. Pero nada se dice sobre la cantidad de gente infeliz, desesperada, que ahoga sus dolores en alcohol, buscan alivio en las drogas, los muchos que acaban como criminales; y menos sobre el enorme porcentaje de juventud contaminada por la degradación de los valores.

Esta trastocada jerarquía de valores tiene naturalmente sus consecuencias en el campo de la ética, la cultura y la política. Está ocurriendo una deformación total del pensamiento y se va volviendo patológica. Esta rivalidad de indicadores acerca de la cantidad de acero producido per cápita, de la cantidad y eficacia de los armamentos, conduce lógicamente a ideas expansionistas, el hambre de poder y una lucha por la  dominación mundial.

Desafortunadamente, los grupos que batallan por la dominación han existido durante mucho tiempo. Buscan alcanzar sus dudosas metas a través de las armas, el dinero, o ambas cosas simultáneamente. Todo lo cual destruye el desarrollo interno natural del hombre.

Es posible que cualquier individuo desarrolle una rica vida interna dentro de los límites de cualquier país, ciudad, pueblo, aldea, familia. Entonces, el apetito patológico por la expansión y el poder se vuelve repentinamente hueco y ridículo.

Hoy en día hay varias grandes potencias en el mundo, pero ninguna de ellas busca tomar los amplios espacios que existen en el cosmos interior del hombre. En cambio, apetecen apoderarse de los espacios territoriales, exteriores. Quieren gobernar nuestro cosmos externo. Para alcanzar este objetivo, se gastan inimaginables medios financieros.

Esperamos en vano, por lo tanto, que una gran potencial dedique al menos un centésimo del presupuesto no apuntado al beneficio del hombre, para el reconocimiento y el magisterio del cosmos interior humano. Tal vez esto pueda ser hecho por una nueva gran potencial y quizá un país así pueda entonces convertirse en el tipo apropiado de gran potencia, en el verdadero sentido de la palabra, y con esfuerzos apuntados al  desarrollo humano plenamente armonioso, que dará lugar a su completa satisfacción.

El universo interior, que es infinito,  consiste en los territorios todavía no descubiertos; en todos nosotros, los territorios interiores son de similar tamaño, en cuyo hecho existe una enorme cantidad de justicia.

Mudemos las fronteras de nuestra conciencia para incluir a los demás, y así gradualmente ampliemos la conciencia de toda la gente lo más posible. Así, más y más personas se entenderán entre sí, pues el potencial básico de la conciencia absoluta con todas sus posibilidades es el mismo en todas las personas.

Este potencial es común a todos los hombres de cualquier parte del mundo.  Si confrontamos a personas de conciencia ampliada con alguna cuestión fundamental, no importa en qué parte del globo, recibiremos de todas ellas la misma respuesta, en esencia, tal vez algo modificada por su tradición cultural. Bajo tales circunstancias, por lo tanto, no hay problema en hacer que todos se entiendan entre sí sin ninguna ideología ambiciosa.

A pesar del hecho de que el interés por nuestro cosmos interno y sus firmes leyes resulta leve, tenemos que luchar por su derecho a existir. (…) No hay otra salida, a menos que nos volvamos formalistas, cobardes, intelectualmente huecos y personas irresponsables.


Zdenek Rejdak
Filósofo, fisiólogo y psicólogo
Nacido en Praga, Checoslovaquia, en 1934,
Fundador del primer grupo de Exploración Psicotrónica.
Este es un fragmento de la Segunda Conferencia realizada en San Pablo, en 1979, sobre este tema. 

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